Las hojas del Arce de montaña van perdiendo la exuberancia y sensualidad del verde primaveral así como la luminosodad del verano. La luz del sol va perdiendo intesidad... y el Arce lanza su grito de protesta silenciosa a través de sus hojas. La clorofila se desvanece y da paso a una orgía de amarillos, naranjas y rojos embriagadores. El Arce ya está preparado para que un golpe de viento, o la simple gravedad le dejen desnudo ante el invierno que se avecina.
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